LA LLAMADA DE LO SALVAJE

Mi atracción por el voluntariado comenzó gracias a unas actividades que se realizaron en mi instituto con motivo de una campaña de concienciación de la igualdad entre chicos y chicas. La persona que fue a impartir la actividad pertenecía a Cruz Roja Juventud; inspiró en mi gran confianza e interés, por lo que al finalizar las actividades me acerqué a preguntarle cómo podía participar yo en el mundo del voluntariado.

Me informó de los grupos de juventud que había y al que debería de acudir yo en correspondencia con mi edad, pero me dió la mala noticia de que ese año los cupos estaban llenos y que debería de mirarlo ya para el próximo año.

No me importó porque comprendí que otras personas interesadas harían la misma función que yo podría hacer, y que al próximo año ya podría formar parte de ellos. Asique al comienzo del año siguiente mi prima, que ya formaba parte del grupo, me informó de que habían salido las plazas para apuntarme, con lo que acudí a la sede de Cruz Roja en Valladolid. Allí me apunté y así comencé mi actividad como voluntaria. Todos los viernes acudíamos a los grupos para realizar actividades, preparar campañas, etc.
Ser voluntaria trae consigo una gran satisfacción personal, el ayudar a los demás prestando un poco de mi tiempo me parece algo esencial en la vida y que todos deberíamos hacer. Cada vez que realizas una campaña de concienciación de todo tipo de temas como drogas, sida, igualdad… y ves como la gente te escucha y presta atención a lo que explicas, sientes que has marcado la vida de esas personas, de forma insignificante o en gran medida, pero de alguna manera.

La verdad es que me fueron surgiendo otras cosas en mi vida, y ello me alejó de mi actividad como voluntaria, y por ello siento tristeza y un vacío. Pero siendo voluntaria me gusta ayudar a aquellos que quieran que les ayuden, hacerles reír, hacer que se desahoguen con sus problemas ya que todos necesitamos comprensión, hacerles disfrutar de sus vidas, y disfrutar de la mía entre otras muchas cosas.
Un día, aquella persona que me despertó mi espíritu voluntario, tuvo la idea de reunirnos a personas voluntarias y descubrirnos su idea. En la reunión, nos explicó la idea de formar una asociación que pudiera ayudar a las personas de nuestra ciudad, en un principio, pero como si fuera una «Cadena«, es decir, nosotros ayudaríamos a personas que lo necesitaran y las concienciaríamos para que ayudaran a su vez a otras y así formar una cadena unida de favores. En ese momento a todos nos pareció una buenísima idea y todos intentaríamos participar en el proyecto; así surgió Cadena de Sonrisas, tras mucho esfuerzo e ilusión de grandes personas que han dedicado mucho tiempo.

Lo que me atrae de esta asociación, es que no realiza su actividad con ánimo de lucro, sino que todo lo que recaude, ya sea dinero u otras cosas, será para ayudar a aquellos que de verdad lo necesiten. También es importante que las personas que participan en la asociación, tienen muy buena voluntad y corazón, y ante todo prima la amistad y el buen ambiente de trabajo.
«Cadena de Sonrisas«, aun es muy joven, pero con el tiempo y un poco de ayuda de todos conseguirá todo o casi todo lo que se proponga, ya que tiene grandes deseos, ilusiones y expectativas de poder mejorar el mundo, no con grandes cosas, sino con cosas pequeñas del día a día. Todos tenemos ideas que creemos estúpidas e inalcanzables, pero entre todos se podrán transformar e intentar lograr.

«Existe una fuerza indomable que resiste todo, que emerge siempre, que vence los obstáculos; es la fuerza creadora que distingue la condición humana. Es la fuerza del espíritu»
Meir, Golda


CASTILLOS DE ARENA

Reconozco que lo hago por egoísmo. Sí, sí, soy voluntario por puro egoísmo. No me avergüenza reconocerlo. Soy un auténtico egoísta, y cuando me preguntan cuál es mi motivación para ser voluntario yo les respondo, sin tapujos, que es por eso: por egoísmo.

Pero no me odiéis, ni me satanicéis. No me ignoréis, ni me excluyáis… en mi modesta opinión, ni egoísmo no es malo: mi egoísmo es bueno, es positivo…

Seguro que si os explico la razón de mi egoísmo me entenderéis mejor. Ahí va. La razón por la que soy voluntario es por egoísmo: por el egoísmo de sentirme mejor ayudando a otros; el egoísmo de haber recuperado la fe en las personas gracias a proyectos como éste (y como otros, que no somos los únicos y yo ya colaboro con otras asociaciones)… soy egoísta y admito que estoy sacando provecho de mi trabajo voluntario.

Provecho en forma de recompensa. Hacer un acto voluntario (como el que hago yo en ASPRONA) no se paga con dinero. Porque tampoco creo que haya dinero en todo el mundo que pueda pagar el trabajo que, en mi modesta opinión, desarrollamos los voluntarios en todos los aspectos de la vida. Y como no hay dinero ni tampoco lo pedimos, la recompensa es otra. Esa sonrisa de un usuario agradecido por tu compañía, eses abrazo sincero de alguien que ha pasado un rato en tu compañía ya es suficiente recompensa. Y aunque en el caso donde he aportado mi granito de arena voluntario, ese usuario no se acuerde de este momento al cabo de un rato. Pero me queda el consuelo de que en ese breve instante he colaborado con un semejante en hacerle la vida un poco más feliz.

Mi egoísmo es ese: la satisfacción de procurar un instante de felicidad a alguien que adolece de ella. Y en el mundo real estamos faltos de instantes de felicidad: tenemos mucho trabajo por delante.

P.d. Desde mi punto de vista y como reza el espíritu de esta asociación, todo fin económico enturbia la esencia de una buena causa. En este mundo que solo se mueve por dinero, que solo el hecho de salir de casa supone una inversión económica y que nos bombardean constantemente con todas las formas de publicidad para incitarnos al consumo, una iniciativa tan altruista como cadena de sonrisas merece no solo un aplauso. Como eso es suficiente. No queremos otro tipo de recompensa, ni mucho menos económica.

Porque como dice un proverbio indio:

si te alimentas con el olor de una rica comida, conténtate como pago con el sonido de una moneda que se cae al suelo. El un precio justo.